Inabarcable Paloma San Basilio


Hay artistas que para referirse a ellos no es necesario que estén de actualidad porque su trabajo es imperecedero y vigente. Paloma San Basilio es uno de ellos. Es de esas mujeres imposible de catalogar; impresionante, inabarcable como ser humano y artista, con una voz inigualable, creativa, actriz, intérprete, culta, moderna, elegante,… Si fuera americana, británica o francesa, el mundo estaría a sus pies y pienso en Barbra Streisand, Edith Piaf, Juliette Greco, Judy Garland, Helen Reddy,…

Conocí a Paloma San Basilio con motivo de la publicación de su primer disco, Sombras, y su aparición en el mundo de la música en español causó impacto por su lírica, rotunda y brillante voz, pero en ella había mucho mas; Tenía facilidad de palabra, cultura, elegancia a la hora de manifestarse, caminar, conversar, vivir en una palabra. Te hacía fácil el trato.

Ella había empezado a darse a conocer de la mano de Manuel Martín Ferrand en un programa ómnibus en la tarde de los domingos de 1972 denominado Siempre en domingo, allí junto al periodista fundador de Hora 25 compartía programa y secciones con Joaquín Prat, entre otros.

Yo la conocí con motivo de la publicación de su primer disco, Sombras (versión en español de Feelins). La rotundidad de su voz, su brillo, limpieza y la pureza de su forma de cantar te acariciaba en su versión, pero a mi me sorprendió aún mas el tema que formaba parte de la cara B del single, Him, y que siempre que podía intentaba pinchar en mi turno de Los 40 Principales. Aquél disco lo produjo Oscar Gómez, uno de los hombres mas importantes que ha dado la música de nuestro país aunque su origen es cubano. Un día dedicaré este rincón del ciberespacio para hablar de él y su aportación a la industria, el mundo del espectáculo y sus conocimientos porque sería injusto que pasara desapercibido.

En aquella época, 1975, yo alternada normalmente el turno de 5 a 7,30 de la tarde con el de 7,30 a 10,00 de la noche en aquél pequeño estudio 8 de Radio Madrid de apenas 9 metros cuadrados, que se encontraba el fondo del pasillo de la segunda planta de Gran Vía 32. Poco antes de entrar en antena me llamó el director de programa musicales para decirme que vendría Paloma para ser entrevistada en mi turno. Esa iba a ser mi segunda entrevista en directo a un cantante porque, a pesar de que llevaba mas de un año trabajando en Radio Madrid FM, las entrevistas se alternaban por turnos y locutores dando prioridad al tristemente desaparecido Pepe Fernández.

Hizo muy fácil el encuentro e imagino que notaría mis nervios porque yo era un aprendiz del oficio –hoy becario- y solo recuerdo una conversación agradable, fluida y llena de amor por la música y el espectáculo. Hablamos de su forma de cantar, de la televisión de sus ídolos, Barbra Streisand y la comedia musical americana, Broadway, etc., por supuesto de Sombras y de la cara B de su disco.

Hizo que me sintiera tan cómodo y fue tan fácil la entrevista que pasó el tiempo en un suspiro. Al finalizar, y mientras sonada Sombras, se iluminó el piloto del teléfono, descolgué y la voz de una chica preguntaba “¿Don Juan de Dios Rodríguez, por favor?”… Si, soy yo –contesté- “Un momento le paso con el Señor Matas…”

En ese momento sentí como el corazón se adueñaba de mi garganta, me bloqueaba y me impedía hablar. En alguna ocasión he dicho que mi amor por la radio, la música y sobre todo la radio musical se debe a la pasión que escuche en cuatro hombres imprescindibles en la historia de la radio, Ángel Álvarez, Miguel de los Santos, Pepe Palau y Raúl Matas. Es imaginable lo que pude sentir cuando escuche la suave voz de ese chileno universal, que solo tenía un defecto, ser amante del Barça…

Me elogió, me alabó de tal manera que yo creí estar viviendo un sueño; me sentía tocado por los dioses del olimpo musical: Estaba en la radio, haciendo lo que me gustaba, con una mujer de una cultura y conocimientos nada comunes y me llama uno de mis ídolos para felicitarme… ¿se podía pedir mas?

Otro día escribiré sobre mi relación con Raúl Matas tras aquella llamada. Paloma y yo nos despedimos, pero quedamos en volver a encontrarnos. En aquellos días Oscar Gómez también trabajaba para Ana y Johnny, otra pareja de cantantes formidable y con Laredo, un nuevo grupo que interpretaba canciones de José Martí y que un año mas tarde realizaría una formidable versión de The Boxer de Simon & Garfunkel. Ellos solían verse en la zona de Magallanes y recuerdo unas deliciosas noches de primavera y verano de tertulia con ellos y Paloma hablando de música, escritores, filósofos, compositores, poetas… Su riqueza cultural, su facilidad de palabra, su conocimiento del mundo y la sociedad era tan amplio que estar con ella era un regalo para alguien como yo, un estudiante de periodismo que venía del mundo del teatro independiente.

No se trata en estas líneas de glosar su vida y su obra, únicamente he querido rescatar del recuerdo un momento, una fotografía de unos instantes en los que comenzaba a fraguarse la “Leyenda”. El resto de la historia ya es conocida; luego vendría “Evita”, Juntos, La Hiedra, Eurovisión –cuando era un festival digno- sus grandes éxitos por todo el mundo, mas discos, mas comedias musicales, etc.

Hoy aquí he querido escribir sobre una mujer, artista, actriz, cantante e intérprete que si es una auténtica Leyenda Viva, que resulta inabarcable y rica, llena de matices como su estilo y elegancia.

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