La Nena


Nació quince meses antes que yo. De pequeños, en su cumpleaños se destacaba, pero en octubre la distancia se recortaba, y eso la ponía muy nerviosa porque creía que algún día la cogería y ya no sería la “mayor”.

Saltaba muy bien a la comba en el Parque del Oeste con mamá y conmigo mientras esperábamos a que llegara papá del trabajo. Le gustaba la Mariquita Pérez, montar en bici en la azotea de nuestro ático de Marqués de Urquijo semiesquina a Rosales, y un día que la dejaron al cuidado del coche de bebé donde estaba yo, se le soltó y casi nos atropella un coche.

Compartíamos los tebeos, los desayunos de chocolate o los aperitivos con los abuelitos. A ellos les gustaba llevarla a Zaragoza y cuando eso sucedía yo me ponía muy contento porque entre mamá y Eufemia, nuestra empleada de hogar -aunque entonces no se denominaba así...- hacían las comidas que a mi me gustaban.

Descubrimos juntos el mar en Vigo ante el inmenso y gigantesco Atlántico, aunque frecuentamos mas el Mediterráneo. Los primeros veranos los pasábamos en El Tiemblo.

Cuando ella tenía doce años nos mudamos de casa y con su adolescencia conocí el rock ‘n’ roll, los guateques, la música pop, a sus amigas Menchu –de la que casi me enamoro un día que me cogió del brazo- y Charina, entre otras, la minifalda, los vestidos de moda Charleston, que llevaban una especia de cintura a la altura de la cadera, el flequillo -que a mi padre no le gustaba- y las primeras pandillas de jóvenes y adolescentes del barrio de la Estrella.

Gracias a ella me acerqué muy pronto a la música porque me descubrió Radio Peninsular –la más musical- y ahí cambió mi vida y quien quería ser marino mercante acabó siendo amante de la música y de la radio. Cuando estaba en cama por alguna enfermedad me hacía poner muy alto el volumen de la radio del ojo mágico para que le dijera los títulos de las canciones que iban poniendo, y ahí empecé a entrenarme para mi futura profesión.

Cuando dejó de ir al Colegio del Santo Ángel pasó a estudiar en la Institución Javeriana de la calle Alberto Aguilera y en ese barrio conocería al que después fue su marido, un socialista que llegaría ser Teniente de Alcalde de Móstoles y brazo derecho de uno de sus mejores alcaldes de los primeros ayuntamientos democráticos, Bartolomé González.

Se casó y se fue a vivir al barrio Blanco, cerca de Arturo Soria, y años después se compraron el piso de Villa Fontana II en Móstoles. Mas tarde llegó la bronquitis asmática y la pareja y su bebé vinieron a vivir con nosotros para poder estar mejor atendida, y ahí fue cuando Eva -su hija- se convirtió en nuestra hermana pequeña, ya no era ya nuestra sobrina.

Después llegaría la separación y el divorcio, pero siempre Santiago y la Nena se quisieron y cuidaron de su hija con un cariño que ella siempre supo devolvérselo a ambos con un amor y una dedicación maravillosa hasta que, primero su padre nos dejó y el pasado viernes 7 de mayo, su madre siguió el mismo camino.

Si, la Nena, porque siempre la llamamos así, y a ella  no le gustaba que la llamaran de otra forma porque ella “era la Nena”, pues la Nena, se ha ido, tras luchar mas de diez años con una mala salud sobrevenida y cuando estaba empezando a disfrutar de sus nietos, se ha ido… Ya no está para tomarse los domingos el vermú blanco, sin corona, con cuatro cubitos de hielo y unas gotas de limón, ya no hará mas ganchillo ni jerseys ni patucos,… Carles Francino y Arriaza se quedaron sin una oyente fiel…

La Nena se ha ido y estos tres días el cielo de “su Madrid” ha llorado fuerte y suave, pero cuando la hemos dejado al lado de papá esta mañana ha salido el sol, y yo he sentido como se ponía a nuestro lado y miraba al hueco de la sepultura mientras los operarios dejaban ahí sus cenizas, me ha mirado, nos ha mirado a todos y hemos sentido al calor de sus labios en la mejilla mientras nos decía con la mirada que siempre se quedará con nosotros, que ahora tendrá mas tiempo para tirarse al suelo y ver jugar a sus nietos, les ayudará a soplar las velas aunque ella no haga las fotos y siempre pedirá que en cada cumpleaños haya tortilla de patatas y tarta de limón con una botella de cava.

Y yo sé que me seguirá pidiendo que le ponga mas alto el volumen para que le llegue ahí arriba la música de la radio.

Un beso Nena


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