Nunca... (50) Star Wars


Finalizaba 1977 con el éxito popular de Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina de la mano de Óscar Gómez con su revolucionaria Misa Campesina Nicaragüensa que había sido adelantada por Elsa Baeza con el “Credo”, los récords insuperables de Boney M en ventas, los intentos por hacerse un hueco en la música española de Christie Lee, una inglesita afincada en Barcelona, responsable de la versión en español del éxito de Mary McGregor, Torn between two Powers, una pésima edición de un lamentable Festival de la OTI que dio como ganador a Guayo González con Quincho Barrilete que representaba a Nicaragua. Estaba claro que el país centroamericano estaba de moda.

Pero el fenómeno del momento que se prolongaría hasta hoy fue Star Wars. La Guerra de las Galaxias batía récords de taquilla en todos los países del mundo y España no fue la excepción precisamente.

La revolución galáctica

La literatura (Julio Verne), la radio (La guerra de los mundos, de H. G. Wells, con Orson Wells y Diego Valor en España), el cine (Viaje a la luna, de George Meliés, entre otras muchas) y la televisión (El mundo de Logan, Los invasores, etc.) habían tratado en innumerables ocasiones la ciencia-ficción con mas o menos fortuna; invasiones extraterrestres, viajes a la luna o el mundo del cómic en diferentes facetas,  pero lo que traía George Lucas era mucho mas. Ahí estaba la lucha revolucionaria contra el imperialismo de cualquier sentido, batallas mitológicas, héroes y villanos de libro, duelos al estilo del oeste, amores escondidos de tragedia griega, luchas familiares, traiciones, odios, el honor… El escenario podía haber sido cualquier época desde la Edad Media, con C3-PO y R2D2 como escuderos, y el mundo de los caballeros andantes de la Mesa Redonda del rey Arturo, Amadís de Gaula o El Quijote, pero La guerra de las galaxias tenía todo eso y mucho mas, los espectadores lo vieron desde el primer momento y George Lucas nos prometió una saga de nueve episodios que finalmente quedaría en seis, el primero era el cuarto de la serie.

En la radio y El Gran Musical nos volvimos locos por la historia, la simbología y los personajes desde el primer momento. No habíamos salido del fenómeno Tiburón de Spilberg y, Star Wars, como decía Joaquín Luqui, se había zampado todos los récords del cine a nivel mundial. La nueva ornada de directores, productores y guionistas de Hollywood habían revolucionado el séptimo arte mostrando nuevos caminos. El año siguiente iban a llegar mas noticias del espacio con Close encounters (Encuentros en la tercera fase) y el rodaje del quinto capitulo de Star Wars.

Le pedimos a Carlos Juan Casado, director de producto internacional de Ariola y apasionado del cómic en todas su facetas, que nos escribiera sobre la influencia de la ciencia-ficción en el mundo de las viñetas y lo hizo sobre sus primeros ídolos, Superman y Flash Gordon, pero nos tocó la fibra sensible cuando nos recordó aquél cómic que la cadena Ser programó a mediados de los años 50 llamado Diego Valor.

Diego Valor, el piloto del espacio, fue el primer ídolo de la infancia para toda una generación en España; su protagonista, Joaquín Peláez, era un estudiante de Derecho que aprovechaba los ratos libres de la tarde para, como él decía, pasarse por el viejo estudio 1 de Radio Madrid, ubicado entonces en la sexta planta del número 32 de la Avenida de José Antonio, estudiando los diferentes guiones hasta que llegó el día que dejó de hacer papeles de niño para interpretar al personaje que había diseñado un escritor, militar de profesión, Enrique Jarnés Bergua.

Durante cinco años Joaquín Peláez interpretó a aquél primer héroe del espacio que a las 6 de la tarde, al salir del colegio pillaba a todos los chavales pegados a la radio comiendo pan con chocolate. El capitán Portolés, Hank, Lafite, la profesora Beatriz Fontana y el terrible Mekong trasladaban a los niños de aquella generación a un mundo prodigioso y fantástico. Fue tal su éxito que se editaron tebeos con sus aventuras.

Nacho Artime nos recordó el impresionante trabajo de Stanley Kubrick en 2001 y las innumerables ocasiones en las que el cine se había desplazado al espacio para traernos sus ficciones e invasiones, en alguno de los momentos citados anteriormente.

Julián Ruiz escribió sobre el mundo del espacio en la música destacando principalmente las obras de David Bowie, sobre todo esa joya de Space Oddity, Ziggy Sturdust o The man who sell the world, a Pink Floyd y Tangerine Dream, y Carlos Pérez-Díaz repasó lo mas destacado del mundo de la literatura de ciencia ficción con Julio Verne, Aldous Huxley, Bradbury e Isaac Asimov estableciendo una pequeña guía literaria.

Durante casi todo el mes de diciembre a la hora de abrir y cerrar el programa Joaquín y yo debatíamos sobre los conceptos, mensajes y filosofía del mundo galáctico de George Lucas encontrando cada día mas guños y similitudes con infinidad de momentos del cine, el teatro y la literatura universal, simpre con la banda sonora de John Williams acompañándonos.

La última conversación

Fue precisamente recordando el fenómeno de “Star Wars”, cuando tuve la última conversación con Joaquín. Fue al salir de la que sería su postrera colaboración en La Ventana de Gemma Nierga, y fue él quien me recordó a mi precisamente “la que montábamos todas las tardes” de aquél diciembre con Han Solo, Leia, Luke Skywalker, Darth Vader y toda la tropa de George Lucas.

Los Superventas de 1977

Finalmente se terminaba un año que había sido trepidante, intenso lleno de emociones y que para siempre me haría llevar la marca de París y una fecha imborrable, la del 7 de junio. Era el momento del resumen y este fue el cuadro de honor de los Superventas de 1977.




1978 se presentaba como una continuación, pero nadie podía imaginar que la primera sorpresa, y trascendental, llegaría nada mas comenzar el año.

Próximo: 02011978/17,30


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