Nunca... (163) El piso hechizado

En Septiembre nos instalamos en el piso -por fin encontrado- en la Avenida de España, al lado del Hotel Los Llanos, pero la casa escondía sorpresas.  En los días anteriores a nuestra llegada los operarios contratados se dedicaros a limpiar y cambiar el aspecto de un piso decimonónico a una vivienda mas moderna quitando telas, sedas, papeles pintados y demás elementos decorativos del piso, pintando, cepillando y barnizando la tarima del piso, pero no les dio tiempo a retirar todo el mobiliario. Tras los días de la feria albaceteña empezaban las clases y nos dedicamos a organizar la casa y colocar los muebles y enseres propios. En una de las habitaciones que los dueños se habían reservado para dejar provisionalmente parte del viejo mobiliario, habilitamos dos camas para invitados. Entre dicho mobiliario perteneciente a la dueña -parace ser que una marquesa- fallecida meses antes, sus hijos y herederos habían dejado varios cuadros, alguno de ellos un tanto "especiales" con personajes de aspecto siniestro.
 
Dicha habitación daba al recibidor y era contigua a un salón que tenía una doble puerta que daba a otro algo mas pequeño. Esa “zona noble” iba a convertirse en el eje de nuestras pesadillas. En ella había un cuadro con el retrato de una mujer de finales del siglo XIX. La dama era morena de pelo corto, vestía de oscuro sosteniendo en la mano un ramo de flores. El lienzo tenía algunas grietas, rajas y un par de orificios que el conserje de la finca nos dijo que se habían producido durante la guerra civil. Parece ser que la figura representaba a un antepasado de la propietaria del piso. La dama estaba acompañada por otro retrato de un militar con media armadura en actitud desafiante, dos pequeños cuadros con la imagen de sendos personajes que parecían hermanos, vestidos de negro, barba afilada, mirada desconcertante y penetrante, una figura de bakelita de un guerrero con un arco a punto de disparar una flecha y un par de pequeñas mesillas decimonónicas. Realmente no era una habitación agradable.

En el centro del salón aparecía de forma recurrente una gran mancha de color pardo, casi rojizo, sobre la que se nos dijo que se debía a una medicina que le daban a la dueña y se había derramado el mismo día que falleció. La intentábamos eliminar pero volvía a “manifestarse”. Decidímos poner sobre ella una alfombra. En uno de los armarios del vestidor que había antes de entrar en uno de los cuartos de baño encontramos un cuadro mas de otro militar en pose de retrato mirando al espectador con una pierna adelantada que también llevamos a la habitación mencionada, aunque ese armario encerraría varias sorpresas.

La distribución de la casa mostraba el tipo de vida que en ella se había llevado. Estaba claramente delimitada la denominada “zona de servicio” del resto. Precisamente ese área tenía una entrada independiente del resto del piso y estaba ubicado al lado de la cocina. Consistía en un cuarto de baño, dormitorio con un armario que contenía abrigos, gabardinas, papeles y documentos de diferentes épocas. El piso tenía, al margen de los salones señalados un pasillo al que daban el cuarto de baño y vestidor mencionados, una pequeña habitación que se convertiría en trastero y el resto de habitaciones.

Un espejo volador y apariciones de estampas

Apenas unas semanas después de instalarnos, y aprovechando el puente del Pilar, volvimos a Valladolid para cerrar algunos flecos burocráticos que habían quedado pendientes y despedirme definitivamente de los directores del resto de emisoras con los que había llegado a tener una relación de amistad y complicidad mas allá de la normal competencia. En la Cope coincidí con Gerardo González al que a la hora de jubilarse le sustituyó Paco Temprano, Jesús del Rey era el director de Onda Cero, Santos García Catalán de Antena 3 de Radio, Charo Sacristán de RNE y Manuela Repiso, responsable de Radio 80.

Durante los años que conviví y trabajé con Antonio José Alés había sido testigo de experiencias y relatos francamente estremecedores y difíciles de creer, pero aprendí a entender que había hechos y acontecimientos que se escapaban a una explicación racional. El caso de la mujer que era dominada por el hermano Pío, los hechos que relataban los profesores Argumosa y Jiménez del Oso, los casos que contaban Miguel Hernán, o Juan José Benítez, el caso de las caras de Belméz de la Moraleda, y tantos otros, me habían hecho ser comprensivo y tener la mente abierta a los hechos mas sorprendentes hasta que empecé a experimentarlos personalmente.

Cuando regresamos a casa y una vez que deshicimos los equipajes fui a entrar en el cuarto de baño de mis hijas pero algo me impedía abrir la puerta. Era como si una fuerza me lo impidiera desde dentro. Forcé y forcé hasta que finalmente "esa extraña fuerza opresora" dejó de resistir. Al abrir no podía entender lo que había sucedido. Justo debajo de la puerta se encontraba hecho añicos el espejo del cuarto de baño. Era un espejo que había estado con nosotros durante 7 años que se colgaba de la pared, frente a la puerta, con cuatro escarpias y medía 150 cms. de ancho por 100 cms. de alto. Debajo se encontraban los dos lavabos y sobre ellos no había ninguna marca que delatara que se había desprendido y rebotado. Es mas las escarpias y anclajes del espejo estaban en el propio espejo. Era como si alguien lo hubiera descolgado y arrojado contra la puerta desde dentro. No encontramos explicación.

No volvió a suceder nada mas extraño durante varios meses. Hasta que se llevaron el resto de mobiliario de la difunta. Arreglamos la habitación, se pintó de blanco y pusimos visillos; el aspecto había cambiado totalmente. La casa ahora era luminosa y radiante pero…

Electrodomésticos que mueren y una radio que resucita

El salón; en la parte superior del espejo del macetero 
se ve la mancha imposible de quitar
 y al fondo bao la lampara el aparato de radio 
Durante los dos años siguientes de forma periódica empezaron a aparecer estampas entre las sábanas del armario del vestidor de las niñas. Al principio sospechamos de una muchacha que venía un par de días a casa para ayudar en la limpieza, pero cuando la chica se marchó siguieron apareciendo las estampas, siempre en el armario que se encontraba al lado del cuarto de baño del “espejo volador”. En el plazo de varias semanas los electrodomésticos empezaron a tener averías imposibles de solucionar. Cayeron la lavadora, el frigorífico, el microondas y hasta la plancha. Así estuvimos casi dos años aunque parecía que los fenómenos “se tomaban” un descanso mas o menos largo. Al regresar de cualquier viaje de fin de semana o vacaciones lo hacíamos con el temor de ver que podría haber pasado en nuestra ausencia. Hasta que dos años después de nuestra llegada sucedió lo que finalmente nos hizo tomar una solución drástica.

Una noche a las tres de la madrugada, ¡la radio, que no tenía pilas ni cables, estaba sonando…! 

Teníamos un receptor de radio con todo tipo de emisoras y frecuencias, (AM, FM, Onda Corta, Larga y hasta la opción –Air- tipo escáner con la que se podía escuchar a la policía o las conversaciones entre pilotos y torres de control de los aeropuertos que Paloma había comprado en Inglaterra catorce años atrás. Hacía mucho tiempo que el receptor había dejado de funcionar, le habíamos quitado las pilas y el cable de tensión eléctrica, lo teníamos en el salón al lado de una lámpara y el teléfono como elemento decorativo, porque a Paloma le traía buenos recuerdos de su estancia en el Reino Unido. Una noche a las tres de la madrugada, -don en Canarias- nos despertaron las señales horarias de la cadena Ser y el boletín informativo con un volumen altísimo. Nos levantamos como sonámbulos. Cuando llegué al salón no me lo podía creer: ¡la radio que no tenía pilas ni cables estaba sonando…! Toqué todos los botones pero aquello no se callaba hasta que finalmente girando el reloj temporizador el maldito aparato se calló. Los desmontamos y tiramos a la basura. Nos miramos y decidimos que al día siguiente rescindíamos el contrato de alquiler. Dos semanas mas tarde nos mudábamos a la calle Periodista del Campo Aguilar, nº 3, justo detrás del Hotel Los Llanos y enfrente del pabellón polideportivo.

No quisimos volver a saber nada de la casa, cuando pasábamos por delante ni mirábamos al piso. Al propietario le argumentamos que habíamos encontrado una casa nueva, a estrenar justo detrás y mucho mas barata, lo cual también era cierto.

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A raíz de publicar este post me llamó el equipo de Milenio 3 de Iker Jiménez en la cadena Ser para contar al director del programa lo que viví en aquella casa de la Avenida de España de Albacete en 1990. La entrevista se produjo a partir de las 3,15 de la madrugada y hubo momentos en ella en los que volví a sentir el mismo vértigo y sensación que experimenté 24 años antes. Esta fue la conversación con el director de Milenio 3 y Cuarto Milenio.



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